viernes, 2 de diciembre de 2011

Año 1 Día 1: El Pozo

Derlen levantó la tapa de la alcantarilla. Apuntó con la linterna hacia abajo y trazó varios círculos en el aire. A penas si lograba vislumbrar la escalerilla de hierro sujeta a la pared. Miró un instante hacia atrás. Nadie, aún. La noche era bastante clara, más de lo esperado; la Luna menguante, algunas estrellas dispersas y las agónicas luces de la acera le daban a la ciudad un aspecto más alegre del que en verdad poseía. Volvió a inspeccionar la abertura opaca en el asfalto, un aire tibio y mal oliente subía insistentemente. “Tengo que bajar”, se dijo y, colocando la linterna apagada en el bolsillo trasero de su pantalón, comenzó a descender.
Iba andando despacio. Sujetándose con cuidad y firmemente de cada peldaño metálico. No lograba distinguir más allá del contorno de sus delgados dedos y podía sentir la pesada humedad en las paredes del pozo. A medida que descendía un frío intenso iba adhiriéndose a su piel. “Algo va mal”, pensó, “aquí debería hacer calor”. Se detuvo un instante, le dolían los brazos y comenzaba a costarle respirar.
-Se supone que bajar siempre es más sencillo- protestó para si en un murmullo y su voz resonó como un grito.
Se quedó quieta esperando que el sonido cesara mientras e maldecía por haber hablado. “Estúpida, estúpida, estúpida”, pensaba una y otra vez cuando retomó la marcha. De pronto algo se movió cerca de su cuerpo, no fue algo “sólido”, más bien una ráfaga de viento “endurecida” que la distrajo y la hizo trastabillar. Quedó repentinamente colgando de la escalerilla de hierro sin que sus pies lograran dar con los peldaños. Desesperada comenzó a sentir que sus manos ya no podían sujetarla. Y se dejó caer.
Su cuerpo se puso en tención pero la caída fue tan breve que apenas si tuvo tiempo de darse cuenta. Tardón un instante en reaccionar. Recién cuando cayó en la cuenta de haber llegado al final del pozo atinó a buscar la linterna en su pantalón, pero la encontró. Comenzó a tantear la superficie resbaladiza sobre la cual estaba aún tendida, sin algo de luz no le quedaría otra que resignarse y retornar a la superficie. A punto estaba de caer nuevamente en la desesperación cuando sus manos dieron con algo sólido y metálico. Lo tomó con cuidado temiendo que no fuera su linterna pero al fin respiró aliviada cuando dio con el interruptor y al fin pudo encenderla.
Paseo la luz de la linterna por sobre su cabeza. Permaneció tendida sobre el suelo hasta que pudo ver bien donde se hallaba. Había caído sobre un camino de adoquines que, pegado al muro en el cual se hallaba la escalerilla por la cual había descendido, bordeaba un río subterráneo en el que flotaban en avanzada descomposición todos los desperdicios de la ciudad. Se incorporó lentamente, procurando no resbalar a causa de la humedad del suelo. Pegó su espalda a la pared y apuntó la linterna a ambos lados primero y luego hacia el frente. A la izquierda, a unos pocos pasos de elle, el sendero terminaba en un muro sin aberturas. Hacia la derecha el camino de adoquines se perdía en la negrura de un pasillo ancho del cual no se vislumbraba el fin. Y justo delante de ella, un puente de cemento se elevaba en dirección a una abertura tan negra como los ojos de su hermano Yamiel.
Debía tomar un camino antes de la salida del Sol, pero ¿Cuál?

1-Derlen continúa por el sendero de la derecha
2- Derlen continúa por el puente.

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